Viejos prematuros



Estoy asomado a un puente viendo el río. Es un río truchero, o al menos lo era, y estoy con el cuerpo apoyado en el muro del puente mirando el agua, intentando en vano adivinar alguna trucha. Me incorporo al escuchar que alguien se acerca. Es un señor mayor, un anciano que rondará los 80, y se acerca con esa mirada directa que anuncia una conversación. “Qué, hay truchas”. “No lo sé pero desde luego no se ve ninguna”. “Con las truchas que había aquí antes. Y no sólo truchas, también cangrejos. De joven, cuando me apetecía merendar cangrejos o cenar truchas sólo tenía que bajar al río un rato y ahora…”

Rojo pacharán


Apoyado en la barra veo cómo el pacharán navarro cae desde la botella en mi copa. Y vuelvo a sorprenderme con su bonito color rojo cereza, lleno de brillos al chocar con el fondo de la copa.

La historia del pacharán

Normalmente la primera vez que alguien te da a probar el pacharán te cuenta alguna historia sobre su origen. Por ejemplo que hace cien años el pacharán se tomaba en cuchara, como un jarabe para el dolor de estómago. Que lo guardaba la madre junto a otros remedios y se lo daba hasta a los niños cuando les dolía el estómago. Y que muchas veces los niños mentían a la madre para que les diera una cucharada.