Endrinismo y postureo


Esta noche estoy muy cansado y, ya sentado en el sofá, no me apetece levantarme a por las gafas que necesito para mi vista, también cansada. Así que, en lugar de continuar la lectura del libro que tengo empezado, he cogido el iPad para entretenerme con lo que me llega publicado en Facebook.
Así es como llego al vídeo de historias de sobremesa en el que Quequé nos habla de lo auténtico frente al “postureo” que, cada vez más, influye en todo lo que hacemos. Siempre me ha gustado este humorista, tanto él como Leo Harlem hacen ese tipo de humor con las cosas cotidianas que hace que te identifiques con lo que dicen.
Y así me siento con algunas cosas de las que dice aunque, sorprendentemente, me veo retratado en el Quequé del postureo: pidiendo un gintonic de marca sin importarme que llenen el vaso de hierbas y hortalizas como si fuera una ensalada. Comiendo platos de comida tan elaborados que ni por su apariencia ni por su sabor puedo identificar sus ingredientes. Y pasando cada vez más rato cotilleando en Facebook en lugar de continuar con el interesante libro que estoy leyendo desde hace ya demasiado tiempo.
Y me siento incómodo viéndome identificado con el postureo porque, si me definiera a mí mismo, diría que soy el otro Quequé, el endrinista. El que se va de casa rural con los amigos y termina todo el pacharán en la primera cena porque la sobremesa no tiene fin. El que disfruta paseando por el monte y luego busca un restaurante de los de toda la vida en el pueblo de la zona. El que pide de postre torrijas o arroz con leche. El que después de trabajar sale con la bici de monte en lugar de encerrarse en una bajera con olor a sudor para hacer spinning. El que disfruta con lo sencillo. Con lo auténtico. Con lo natural.
Parece que el postureo está haciendo estragos por todas partes, también en mí mismo y, poco a poco, me voy convirtiendo en el Quequé que nunca quise ser, en aquel a quien tantas veces critiqué: en el pijo que sólo viste y pide las marcas que están de moda, en el modernillo que tiene que estar a la última en tecnología, en el enganchado al móvil que lo tiene que sacar del bolsillo cada cinco minutos, en el cotilla digital que comparte todas las chorradas que le llegan por Facebook y correo electrónico…
Veo de nuevo el vídeo y me doy cuenta de que mi cabeza dice que soy el endrinista pero, cada vez más, mis acciones siguen el postureo. Y algo habrá que hacer porque, como dice Quequé, empiezas así y te acabas olvidando de las cosas que de verdad importan en la vida.
Si quieres saber más del endrinismo pulsa endrinismo.
Y si lo tuyo es el postureo pincha en postureo y descubre cómo eres.

¿Todavía no has visto el vídeo? Te lo pongo fácil: