Diario de un endrino: Febrero



Dejábamos al endrino el mes pasado a la orilla del camino, desnudo al invierno, sin protección y expuesto al frío y la nieve.
Estamos tan acostumbrados a ver a los endrinos así, en las orillas de los caminos, en los ribazos, en los lindes de los campos y bosques, que hay incluso quien piensa que son estos los terrenos que el endrino prefiere para vivir.
También pensará, supongo, que los estudiantes comen bocadillos para cenar porque lo prefieren al chuletón o al menú de sidrería. Pero, igual que los jóvenes comen aquello para lo que da el presupuesto, el endrino no elige los ribazos para vivir: simplemente se ha acostumbrado a aprovechar el poco terreno que le dejan.

El pacharán, la cigarra y la hormiga


Terminamos la comida y el camarero nos ofrece copa de pacharán, navarro por supuesto. Acepto encantado, como siempre, pero también como siempre empiezo a escuchar el “canto” a coro de mis compañeros de mesa: que si el pacharán tiene azúcar y engorda, que si ya bebí demasiado vino…