El color del pacharán: Turbidez

El color de cualquier objeto o líquido lo describimos a través de tres características: tonalidad, intensidad y brillo. Hablemos hoy del brillo y de su opuesto, la turbidez.
Y es que muchas veces vemos los líquidos turbios: el agua del río cuando ha llovido mucho y lleva riada, un vaso que ha contenido leche cuando lo llenamos de agua… Estos líquidos los vemos turbios porque tienen sólidos en suspensión que no dejan pasar la luz: la reflejan o refractan en diferentes ángulos de forma que la luz no puede atravesar recta el líquido. Las partículas sólidas reflejan todos los colores de la luz que no absorben y lo hacen en todas las direcciones de forma que una parte de la luz se refleja muchas veces dentro del líquido. Esto hace, por un lado, que no veamos al través de estos líquidos (la luz no pasa y por lo tanto nos queda velado lo que hay detrás) y por otro que lo veamos con ese aspecto turbio, como mateado o blanquecino. En función de la cantidad de sólidos lo veremos con diferentes niveles de turbidez que, de menos a más, sería: brillante, tomado, opalescente, jaro, lechoso, turbio.
Evidentemente cuando un líquido está muy limpio, sin sólidos en suspensión, lo veremos brillante porque toda la luz pasa a su través. Su color se verá nítido, bonito, y la luz dejará reflejos en él como si realmente brillara.
Sin embargo cuando un líquido está turbio se ve con poco color, bastante pálido. Nos ocurre muchas veces con el pacharán que hacemos en casa: no se ve brillante al separar las endrinas pero si lo dejamos decantar y lo filtramos el pacharán se verá limpio y… con más color que antes. ¿Por qué ocurre esto?
Para comprobarlo haremos un ensayo con el proceso inverso: enturbiaremos un pacharán limpio y brillante. Para ello serviremos dos copas de pacharán y añadiremos una cucharilla de leche a una de ellas. Veremos que sólo unas gotas enturbian el pacharán… y de forma inmediata apreciamos cómo la intensidad de color de la copa con leche también ha disminuido y lo vemos algo más pardo.

¿Por qué? La explicación es la misma que explica la apariencia turbia: los rayos de luz que atraviesan el pacharán turbio chocan con las partículas de leche y salen rebotadas sin conseguir atravesar el líquido. Esto le da la apariencia de turbidez y, a la vez, como no consiguen atravesar el líquido, el pacharán no alcanza la intensidad de color que tendría si toda la luz lo atravesara e interaccionara con las moléculas que le aportan su color.
Ya que tenemos un pacharán manchad con un poco de leche vamos a aprovechar para preparar un sencillo cocktal. Porque si añadimos una mayor cantidad de leche nos reencontraremos con el cocktail antiguamente conocido como “pantera rosa”. Por cierto, también se tomaba la “vaca verde” cuando se servía pipermint con la leche.

Que aproveche.
¿Has leído toda la serie dedicada a la cata del pacharán? Aquí  tienes los enlaces: